martes, 28 de julio de 2015

Campeón sin méritos.





Independientemente del resultado de la final de la Copa Oro 2015, en la que México pasó por encima de Jamaica con un contundente 3-1, el camino azteca por dicha competición dejó un sabor muy amargo en el paladar de cada fanático del fútbol, sin importar su nacionalidad.

El repudio generalizado luego de los partidos ante Costa Rica y Panamá, definidos polémicamente, no se hicieron esperar y mediante protestas en las redes sociales, México sufrió y sigue sufriendo con el fantasma de un trofeo vacío, sin mérito. 

Por primera vez en mucho tiempo, hasta la prensa mexicana, dio contra al medio por el cual se alcanzaba la final, toda vez que no siempre el fin justifica los medios
Resulta increíble que el equipo y la fanaticada azteca hayan celebrado la obtención de su décima Copa Oro, tomando en consideración que lograron avanzar hasta la final gracias a favores arbitrales, demostrando poco profesionalismo, más allá que su compromiso con el fútbol ha quedado entredicho.

Con excepción de los encuentros ante Cuba y Jamaica, el tri mostró poco fútbol, raramente, los partidos antes descritos fueron el primero y el último; es decir, que iniciaron y culminaron con buen pie el torneo. No obstante, el apodado coloso de la CONCACAF, el supuesto mejor equipo de nuestra confederación demostró que las barreras futbolísticas de la región han ido desapareciendo, hasta el punto en que nos encontramos hoy en día, con un nivel muy parejo. 

El mejor equipo en la cancha, no necesariamente gana los partidos, pero por lo menos, se preocupa por ser efectivo y bajo una genialidad individual o una maravilla colectiva cierra anotando goles en buena lid. En el caso mexicano, no hubo ninguna de éstas, toda vez que su pase en cuartos y semis, fueron gracias a la intervención de los centrales, quienes pitaron penales inexistentes para darle a la CONCACAF la final con uno de los equipos que más masas mueve a nivel mundial, en lo que a fútbol se refiere, México. 

Esta Copa dejó en evidencia la mafia que existe en el fútbol, que los tentáculos de la corrupción están muy inmersos en nuestra confederación. Esperemos que todas las investigaciones que se están realizando en torno a la FIFA impacten a la CONCACAF con motivo de este y otros escándalos. Que caiga quien tenga que caer, porque no tiene perdón, ensuciar el deporte en el afán de hacerse rico.

AS

jueves, 23 de julio de 2015

El fútbol se viste de luto



Pese a que las ganas de abordar el tema relativo a los incidentes que se suscitaron en el partido de semifinales de la Copa Oro 2015, que medía a Panamá y México, no sean de nuestro agrado, no podíamos pasar por alto dicho evento sin manifestar nuestro sentir. 

El arbitraje condicionó el juego del equipo canalero desde el primer minuto de juego, pero al veinticinco, se configuró la Crónica de una muerte anunciada.
Una falta, que a lo sumo, podía ser sancionada como una amonestación, acabó con la expulsión del Matador Tejada, quien en un salto, a criterio del central, impactó en el Maza Rodríguez. Obviamente, la actuación del jugador mexicano, fue digna de un Óscar. 

No conforme con ello, las tarjetas amarillas eran para los rojos, las entradas de los mexicanos debían entenderse como limpias, siempre al balón, nunca buscaban impactar a nuestros legionarios. 

Pese a que el primer tiempo acabó con empate a cero y un Panamá muy cauto, no hubo mayor proposición en ofensiva por el combinado rival quienes, si bien es cierto, tenían la posesión de balón, no inquietaron nuestro marco. 

Ya iniciado el complemento, Panamá, empezó a atacar con más ganas y de pelota parada, llegó el gol que nos daba el ansiado pase a la final, mismo que nos hacía recordar lo ya hecho con México en 2013, en igual instancia y a través de nuestro capitán. Soberbio testarazo y al fondo

La justicia divina se tomaba el partido y nos permitía saber, que pese a los intereses creados, nuestro fútbol efectivo nos estaba llevando hasta donde nos merecíamos.

Sin entender el penal marcado cerca del final, México logra empatar en una jugada que no lo ameritaba, es más, si se aprecia en cámara lenta, el central ya estaba rondando el punto penal, esperando pitar todo contacto en el área y permitirle a México, a través de una pena máxima, recuperar las esperanzas que su fútbol no le daba. 

Incidentes varios por parte de la fanaticada mexicana, una vez más empañando el fútbol. Lanzaban objetos al campo de juego, así como lo hicieron contra T&T y, Costa Rica; asumo que la impotencia de ver al Tri, sin poder ganarle a una modesta Panamá, les causaba el deseo de dañar físicamente a nuestros deportistas y más que ello, hacerles perder la cabeza para que el partido acabara nueve contra doce

José Andrés Guardado, demostró ser un buen cobrador de penales, pero como profesional carece de principios, justificó su potente ejecución en el hecho que el fútbol nos da y nos quita, esta vez les daba a ellos. 

Iniciado el primer tiempo extra, se pita otro penal inexistente y, nuevamente, el capitán del Tri lo convierte, pero independientemente de todo, nuestros diez muchachos (trece, porque se hicieron los tres cambios), dejaron todo en la cancha, demostrando que tenían más HUEVOS y FÚTBOL que los jugadores mexicanos, quienes necesitaron de Mark Geiger para poder pasar a la final de este torneo. 

Dicho lo anterior, nos quedan algunas interrogantes: ¿Quiénes pierden con este resultado?; ¿Qué enseñanza dejan los jugadores, cuerpo técnico y staff del Tri, luego de obtener su pase a la final de esta manera?; ¿Es realmente José Andrés Guardado un hombre digno de portar el brazalete de capitán de una selección nacional?; ¿Es un buen profesional?

Señores, perdió el fútbol, perdió la humanidad, porque nos constató Mark Geiger y la CONCACAF que el fútbol no es un deporte, es un negocio. Se comprobó que los valores están en peligro de extinción y que no importan los medios que se usen, si el fin último perseguido es alcanzado, nuestros niños no merecen esto. 

El mensaje que se le transmite a nuestros muchachos que sueñan con ser futbolistas es el equivocado, porque les demostramos que los tentáculos de la corrupción han impactado todos los sectores del mundo, que hasta para jugar al fútbol hay que estar bien conectado con alguien que  nos pueda extender la mano –para pitar uno o más penales y para sacar una tarjeta roja, haya merecimiento o no- cuando el partido no vaya como queremos; estamos demostrando que no hay razón para sacrificarse ni para trabajar, porque la vida se resume en la coloquial frase panameña ¿qué hay pa’ mí?

En lo relativo a la actitud de los jugadores mexicanos, cuerpo técnico y staff, podría decir que no les culpamos, no obstante, MUY MAL que no hayan intervenido en pos del fútbol, no conforme con que les regalaron el juego contra Costa Rica, han recibo el mismo favor de parte de la CONCACAF para alcanzar la final de la Copa Oro, cuando saben muy bien que no se lo ganaron con fútbol, ¿qué mérito tiene llegar así?

Un técnico, medianamente, profesional y con algo de principios, hubiese ordenado marrar el penal, porque sabe que es una dádiva y en ese punto, me apropio del estribillo de una canción de Gilberto Santa Rosa “…no quiero na’ regalao’…” Nos quedó claro que México, SÍ. 

Cuando pensamos en el capitán de un equipo de fútbol, pensamos en un jugador sensato, de principios, el único capaz de transmitir seguridad y tranquilidad a sus compañeros en la cancha, el hombre insignia de ese combinado, el hombre confiable, lo antagónico a José Andrés Guardado, quien como escribió por redes sociales David Faitelson, tuvo la oportunidad única de botar el penal y mandarle un mensaje alto y claro a la CONCACAF. Pudo demostrarles, que el Tri es un combinado futbolístico con principios, que quiere llegar a una final motu proprio, no a través de regalos, para eso, hubiesen decretado que México era campeón y nadie hacía el desgaste físico, mental y económico que este tipo de competiciones acarrea. 

Guardado, te fallaste a ti, a tu país y al fútbol, porque demostraste que el fin justifica los medios y que no vale la pena dejar un legado, siempre serás recordado como quien tuvo una gran oportunidad de hacer las cosas diferentes y decidió seguir en un sistema corroído, asqueroso e insano, mismo que hoy en día, comprende nuestro fútbol. Ese mismo fútbol que es una pasión para ti y para mí; ese que hace soñar a niños de la calle, con llevar una forma de vida diferente.
Espero que en la mente del combinado tricolor siempre esté presente que el 22 de julio de 2015, pisotearon el fútbol; que recuerden que es un día de luto mundial para el deporte.

Queridos amigos, gracias por tomarse el tiempo de leer estas líneas, ahora les pido que pensemos en lo sucedido y tomemos nota de ello, no repitamos las acciones de Mark Geiger en nuestra vida, no andemos buscando penales, ni pidiendo tarjetas rojas para otros, enfoquemos en nuestro éxito, pero sin causarle daños a los demás y por encima de todo ello, RECUERDEN QUE LA CONCIENCIA NO SE COMPRA. 

¡Qué viva el fútbol y qué viva mi Panamá!
AS